Sacar a pasear nuestros datos

Vengo de la calle, he salido a tomar un poco el aire y a comprar el periódico (más bien la película que lo acompaña). Y mientras esperaba al verde del semáforo para poder cruzar me he fijado en el hombre que estaba a mi izquierda: un señor mayor, pelo cano, sobre los 60-65 años, nada raro un domingo por la mañana en Zaragoza. Lo raro era lo que llevaba en la mano:



¡Una unidad ZIP de Iomega! Ahora me arrepiento de no haber llevado encima el móvil para haberle hecho una fotografía. Por cierto que la imagen, el mismo modelo que llevaba de paseo este caballero no ha salido de la web de Iomega, sino que he tenido que buscarla por ahí de lo vieja que es.

Yo tenía una exactamente igual que esa. La compré hace ahora 8 años, de segunda mano (porque su dueño estaba tan encantado con el invento que quería comprar el modelo superior en el que cabían 250 Mb) por 16.000 pesetas (entonces todavía había pesetas). Menuda maravilla de compra que hice: ¡podía llevar mis datos de un sitio a otro sin depender de esos disquetes en los que apenas cabía nada! Eran unos disquetes bastante más gordos que los normales en los que cabía nada menos que 100 Mb. La portabilidad era muy sencilla, sólo tenía que llevar dondequiera que fuese la unidad ZIP (como la de la foto, grandota), el cable de conexión por el puerto paralelo, el cable de alimentación con su transformador, y por si acaso un disquete de los tradicionales con drivers. Con todo ese 'sencillo' kit podía llevar mis datos a cualquier parte. Y estaba encantado...

Hoy en día llevo los poquitos gramos de mi memoria USB permanentemente encima, y por el mismo precio que me costó el ZIP (de segunda mano) una compañera se compró hace poco una memoria USB de 512 Mb. Y mi querido ZIP, cogiendo polvo en alguna estantería...



Y es que, hay que ver cómo pasa el tiempo...


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