Por decir algo...
El (Beta)Blog de Agustín Raluy
domingo, marzo 13, 2005
El atardecer en la puerta de mi despacho
O mejor dicho en la puerta del despacho de Ana. Alguna vez he hablado de ella, sobre todo para agradecerle todo lo que hace por mí. Ana es una gran compañera de trabajo y una mejor amiga, pero sobre todas las cosas es una excelente persona.
De entre todas sus cualidades, que darían para escribir un libro, me voy a quedar con una: también es bloguera. Lleva 4 o 5 meses metida en el mundillo, aunque por el momento sólo como lectora. Me ha dicho que algún día, cuando tenga algo más de tiempo, empezará a escribir. Y estoy seguro de que lo hará. Por el momento, me siento privilegiado de que comparta conmigo algunas de sus ideas, reflexiones y pensamientos. Tiene tantas cosas que contar...
Hace un par de semanas ocurrió un acontecimiento extraño que la impresionó, que me impresionó, que impresionó a Christine que en ese momento también pasaba por allí. Y decidió escribir sobre ello. Me pidió un huequecito para publicarlo, que aquí cedo, gustoso... y orgulloso.
Hace unos días, el atardecer vino a posarse en la puerta de mi despacho. Supongo que es una de esas "señales" que el Cosmos, el Universo, o simplemente la Vida, quieren mostrarnos. Fueron unos instantes mágicos...Por mi parte, no puedo añadir mucho sobre lo que Ana ya ha escrito, aquella imagen tenía algo especial, algo que hará que la recuerde durante mucho tiempo, era un regalo. Un mágico regalo que alguien dejó en su puerta y que Ana ha querido compartir con todos nosotros. Os dejo la fotografía que pude tomar de aquel instante...
Subía las escaleras cargada de exámenes y repleta – ¡cómo no! - de preocupaciones. Pero por unos instantes, el tiempo paró. Recuerdo que, a pesar de llevar tantas cosas encima, me sentía incapaz de abrir la puerta. Lo que sentí en esos momentos, lo que viví en esos segundos, sin duda alguna era magia.
Agus me oyó. Bueno, creo que más que oírme, dejó de oír unas pisadas y salió a ver que ocurría. ¡Es increíble! ¿Has visto? Ven aquí, mira desde aquí, el atardecer está en la puerta de mi despacho. Y como buen compañero y amigo que es, imagino que, a pesar de que pensase en que últimamente yo estaba un poco mística - "yerbas" entre nosotros -, vino al punto exacto donde le dije y también lo vio. No sé lo que sintió él en esos momentos, pero salió corriendo, le dijo a una amiga que fuese a "nuestro punto exacto" y con su móvil hizo una foto de aquello.
Ella debió pensar que estábamos locos – o al menos yo -. La foto, no sé como salió. Lo que si sé, es que aquel día tuve un regalo. Un regalo inesperado, de esos que te llenan de vida, de los que te hacen sentirte privilegiada, de los que te recuerdan que si estás ahí, en ese momento, en ese lugar, a esas horas... es por algo.
Porque sí, es verdad. Hace unos días, el cielo dibujó para mí un atardecer. Y decidió colocarlo en un caballete especial: la puerta de mi despacho.
Publicado por AguR a las 14:34
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